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BREVE HISTORIA DE LA QUIMICA
BREVE HISTORIA DE LA QUIMICA
Química».
Grecia: los elementos
Hacia el año 600 a. de C, el sutil e inteligente pueblo griego dirigía su atención
hacia la naturaleza del Universo y la estructura de los materiales que lo componían. Los
eruditos griegos o «filósofos» (amantes de la sabiduría) estaban más interesados en el
«por qué» de las cosas que en la tecnología y las profesiones manuales. En resumen,
fueron los primeros que -según nuestras noticias- se enfrentaron con lo que ahora
llamamos teoría química.
El primer teórico fue Tales (aproximadamente 640-546 a. de C). Quizá
existieron griegos anteriores a Tales, e incluso otros hombres anteriores a los griegos,
capaces de meditar correcta y profundamente sobre el significado de los cambios en la
naturaleza de la materia, pero ni sus nombres ni su pensamiento han llegado hasta
nosotros.
Tales fue un filósofo griego nacido en Mileto (Jonia), región situada en el Egeo,
la costa oeste de lo que ahora es Turquía. Tales debió de plantearse la siguiente
cuestión: si una sustancia puede transformarse en otra, como un trozo de mineral
azulado puede transformarse en cobre rojo, ¿cuál es la naturaleza de la sustancia? ¿Es
de piedra o de cobre? ¿O quizá es de ambas cosas a la vez? ¿Puede cualquier sustancia
transformarse en otra mediante un determinado número de
pasos, de tal manera que todas las sustancias no serían sino diferentes aspectos
de una materia básica?
Para Tales la respuesta a la última cuestión era afirmativa, porque de esta
manera podía introducirse en el Universo un orden y una simplicidad básica. Quedaba
entonces por decidir cuál era esa materia básica o elemento2.
Tales decidió que este elemento era el agua. De todas las sustancias, el agua es
la que parece encontrarse en mayor cantidad. El agua rodea a la Tierra; impregna la
atmósfera en forma de vapor; corre a través de los continentes, y la vida es imposible
sin ella. La Tierra, según Tales, era un disco plano cubierto por la semiesfera celeste y
flotando en un océano infinito.
La tesis de Tales sobre la existencia de un elemento a partir del cual se formaron
todas las sustancias encontró mucha aceptación entre los filósofos posteriores. No así,
sin embargo, el que este elemento tuviera que ser el agua.
En el siglo siguiente a Tales, el pensamiento astronómico llegó poco a poco a la
conclusión de que el cielo que rodea a la Tierra no es una semiesfera, sino una esfera
completa. La Tierra, también esférica, estaba suspendida en el centro de la cavidad
formada por la esfera celeste.
Los griegos no aceptaban la noción de vacío y por tanto no creían que en el
espacio que hay entre la Tierra y el distante cielo pudiera no haber nada. Y como en la
parte de este espacio que el hombre conocía habia aire, parecía razonable suponer que
también lo hubiese en el resto.
Tal pudo haber sido el razonamiento que llevó a Anaxí-menes, también de
Mileto, a la conclusión, hacia el 570 a. de C, de que el aire era el elemento constituyente
del Universo. Postuló que el aire se comprimía al acercarse hacia el centro, formando
así las sustancias más densas, como el agua y la tierra (fig. 2).
Por otra parte, el filósofo Heráclito (aproximadamente 540-475 a. de C), de la
vecina ciudad de Éfeso, tomó un camino diferente. Si el cambio es lo que caracteriza al
Universo, hay que buscar un elemento en el que el cambio sea lo más notable. Esta
sustancia, para él, debería ser el fuego, en continua mutación, siempre diferente a sí
mismo. La fogosidad, el ardor, presidían todos los cambios3.
química».
Grecia: los elementos
Hacia el año 600 a. de C, el sutil e inteligente pueblo griego dirigía su atención
hacia la naturaleza del Universo y la estructura de los materiales que lo componían. Los
eruditos griegos o «filósofos» (amantes de la sabiduría) estaban más interesados en el
«por qué» de las cosas que en la tecnología y las profesiones manuales. En resumen,
fueron los primeros que -según nuestras noticias- se enfrentaron con lo que ahora
llamamos teoría química.
El primer teórico fue Tales (aproximadamente 640-546 a. de C). Quizá
existieron griegos anteriores a Tales, e incluso otros hombres anteriores a los griegos,
capaces de meditar correcta y profundamente sobre el significado de los cambios en la
naturaleza de la materia, pero ni sus nombres ni su pensamiento han llegado hasta
nosotros.
Tales fue un filósofo griego nacido en Mileto (Jonia), región situada en el Egeo,
la costa oeste de lo que ahora es Turquía. Tales debió de plantearse la siguiente
cuestión: si una sustancia puede transformarse en otra, como un trozo de mineral
azulado puede transformarse en cobre rojo, ¿cuál es la naturaleza de la sustancia? ¿Es
de piedra o de cobre? ¿O quizá es de ambas cosas a la vez? ¿Puede cualquier sustancia
transformarse en otra mediante un determinado número de
pasos, de tal manera que todas las sustancias no serían sino diferentes aspectos
de una materia básica?
Para Tales la respuesta a la última cuestión era afirmativa, porque de esta
manera podía introducirse en el Universo un orden y una simplicidad básica. Quedaba
entonces por decidir cuál era esa materia básica o elemento2.
Tales decidió que este elemento era el agua. De todas las sustancias, el agua es
la que parece encontrarse en mayor cantidad. El agua rodea a la Tierra; impregna la
atmósfera en forma de vapor; corre a través de los continentes, y la vida es imposible
sin ella. La Tierra, según Tales, era un disco plano cubierto por la semiesfera celeste y
flotando en un océano infinito.
La tesis de Tales sobre la existencia de un elemento a partir del cual se formaron
todas las sustancias encontró mucha aceptación entre los filósofos posteriores. No así,
sin embargo, el que este elemento tuviera que ser el agua.
En el siglo siguiente a Tales, el pensamiento astronómico llegó poco a poco a la
conclusión de que el cielo que rodea a la Tierra no es una semiesfera, sino una esfera
completa. La Tierra, también esférica, estaba suspendida en el centro de la cavidad
formada por la esfera celeste.
Los griegos no aceptaban la noción de vacío y por tanto no creían que en el
Espacio que hay entre la Tierra y el distante cielo pudiera no haber nada. Y como en la
Parte de este espacio que el hombre conocía había aire, parecía razonable suponer que
También lo hubiese en el resto.